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El Guacamole de Javier Dragustinovis

Este proyecto aborda la migración de mexicanos a los Estados Unidos a partir del cruce del aguacate, que cada día se pasa entre ambos países en pequeñas cantidades y sin semilla, por las leyes fitosanitarias norteamericanas. Cruzar sólo la pulpa (para acompañar las comidas o hacer guacamole) y dejar la semilla atrás es la metáfora desde dónde se teje la reflexión sobre los vínculos que se dejan pero persisten, y el fruto como aquello que nutre a la nueva comunidad a la que se llega.
La primera estación del proyecto, El fruto y la semilla, sentó a la mesa a la comunidad del barrio mexicano de Southmost en Brownsville, Texas, para platicar y degustar una comida a base de aguacate (tamales, agua fresca, guacamole y nieve) servido sobre un mantel de siete metros, pintado con aguacate y en el que se leía: Las manchas de aguacate no se quitan.
La segunda estación, Guacamole, es el envío de postales pintadas con aguacate (una abstracción que linda con aquello que se desvanecerá y se ensuciará) a líderes comunitarios, defensores de los derechos de los migrantes, políticos, promotores culturales y gente del medio del arte y la cultura de los Estados Unidos y México.

Parte de este proyecto se puede apreciar en el Museo Nacional de las Culturas en la CDMX hasta enero del 2020.

 

por Javier Dragustinovisimagen-dd

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